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miércoles, 22 de julio de 2009

San Antonio Bendito



Sant Antoni Beneït *** Cuento

Cuenta la historia... Que después de la reconquista de “Jaume I” Por esa época en “Sant Antoni de Pormany” a medio camino de “Corona” había un campesino que cultivaba con esmero un huerto bastante prolifero, heredado de sus padres. En ese huerto cerca de un “Safareix” desde pequeño el hombre había visto crecer un cerezo que año tras años se llenaba de frondosas hojas y flores, pero jamás daba una sola cereza. Llegando el árbol con el tiempo a hacerse inmenso.
Arto el “Pagès” de la esterilidad del cerezo decidió cortarlo a ras del suelo e ir haciendo leña de las ramas dejando el tronco (de un tamaño considerable) abandonado al borde del huerto que lindaba con el camino. Ya que trocear ese tronco no compasaba ya que era demasiado laborioso por su tamaño...

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Recuperadas las fiestas de San Bartolomé con sus correspondientes procesiones el párroco del pueblo propuso al alcalde que era necesario y seria un acierto dotar a la iglesia de una talla San Antonio acorde a la Villa.
El edil accedió, diciendo que el ayuntamiento correría con parte de los gastos y la otra seria por sufragio universal o debería aportarlo la Iglesia.
Puestos de acuerdo acudieron a un diestro escultor tallista y este accedió al encargo pidiendo solo que le debían proporcionar un tronco de madera curada suficiente grande para poder efectuar la talla en una sola pieza.

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Recordando del tronco de aquel vecino que tenia yaciendo junto al camino, acudieron al campesino por si lo cedía para tan insigne final.
“El pagès” encantado lo cedió, de esa manera se lo quitaba de la vista, y del mal recuerdo que le traia...

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Pasaron dos años, y llegaron las fiestas del pueblo y la imagen del Santo estaba terminada, con remates de preciosos policromados.
Para lucir tan bella obra decidieron hacer una procesión... El pueblo en pleno acudió a ver la nueva imagen de San Antonio...

En la procesión se agolpaba multitud de beatas, santones y necesitados... todos imploraban rezaban pedían santiguándose al Santo de sus favores o milagros... ¡¡Hay San Antonio bendito!! Concedemé esto, ¡¡Ah San Antonio bendito, dame lo otro!! Intentaban tocarlo con las manos o besarlo, entre empujones y apremio...
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El campesino que cedió el tronco de cerezo, se encontraba viendo el paso de la procesión y ante tanta plañiduría y monserga... Y recordando la procedencia del santo... Estirando la mano y luego llevándola a sus partes... Recito lo siguiente: ¡ Ah San Antonio Bendito!, que en mi huerto estuviste y nunca frutos yo vi... Los milagros que ahora hagas me los paso por aquí!!

Moraleja: Si cuando era cerezo que lo suyo era dar cerezas no supo darlas,
Ahora convertido en santo iba a ser capaz de hacer milagros, que era mucho más difícil

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